jueves, abril 25, 2024
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Raquel Chan, creadora del trigo HB4: “Las innovaciones generan polémica y afectan intereses”

La directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL) brindó una entrevista a Tranquera, en la que se explayó sobre la posible implementación del desarrollo que llevó adelante junto a Bioceres. Si bien ya fue aprobado por el Gobierno nacional, su utilización está sujeta al visto bueno de Brasil, donde genera resistencias.

La semana pasada se conoció una noticia que conmocionó al mundo del agro. El Gobierno nacional aprobó el uso comercial del trigo HB4, resistente a sequía, que desarrolló la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el Conicet junto a la empresa Bioceres. Sin embargo, la autorización está sujeta a la aprobación de Brasil, principal comprador del trigo argentino.

Si bien falta que el país vecino se pronuncie al respecto, lo cierto es que importantes jugadores de su cadena de valor, como la Asociación Brasileña de Trigo (Abitrigo), pidieron a las autoridades gubernamentales que no den el visto bueno para su comercialización, ya que Argentina sería el primer lugar en el mundo donde se implementaría y temen que el transgénico genere repercusiones negativas.

Ante este escenario, Tranquera se comunicó con Raquel Chan, directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), dependiente del Conicet y la UNL, que encabezó esta investigación.

-¿A qué crees que se debe el rechazo de Abitrigo?

-Si bien no soy experta en comercio internacional, hay muchos grupos que están en contra de los transgénicos en general. Me sorprende un poco de los brasileños, porque ya tienen aprobada la caña de azúcar y los porotos resistentes a virus. No entiendo por qué están en contra del trigo. Incluso la estatal EMBRAPA (Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria) llevó a cabo desarrollos de este tipo, que fueron aprobados luego de pasar todos los mecanismos regulatorios. Es un país que siembra transgénicos. 

No conozco los intereses de esta Asociación (Abitrigo) como para dar una opinión más fundada. Pero cualquiera de estas innovaciones tiene como característica afectar intereses. Es decir, supongamos un escenario donde este trigo sea maravilloso, quizás alguien deje de vender otro y se sienta vulnerado.

Por otro lado, hay organismos ambientalistas que están en contra de cualquier transgénico. Los argumentos que esgrimen son de distinto tipo. Uno tiene que ver con modificar la naturaleza, pero eso es algo que me parece inevitable. Porque, en general, todo lo que comemos o  usamos diariamente, desde la luz eléctrica hasta el auto, traen aparejados cambios a la naturaleza. 

Respecto a la oposición del uso de agroquímicos, que es otro de los motivos que esgrimen, en este caso sería algo que viene acompañando a esta construcción basada en el gen del girasol, con resistencia al herbicida glufosinato de amonio, como un complemento que los productores pueden usarlo o no. Pero debo decir que actualmente igual se usan otros herbicidas en el trigo, porque la realidad es que siempre aparecen malezas. Sin duda, hay que buscar soluciones alternativas para combatirlas y reducir el uso de químicos, pero todavía no se han encontrado a pesar de que muchos las están buscando. 

-Desde Abitrigo afirmaron que el 85% de los molinos de Brasil no es favorable al uso del transgénico y que el 90% está dispuesto a interrumpir sus compras de trigo argentino si se inicia la producción comercial.  ¿Realmente está en peligro la relación con nuestro principal socio?

-No estoy tan segura de que sea así. Leí un artículo de un funcionario brasileño que lo ponía en duda. Porque si no le compran más trigo a la Argentina, deberían hacerlo en EEUU pagando un precio más alto por el cultivo. Además tendrían un costo enorme de transporte. Entonces no era tan conveniente para ellos tomar esa decisión. Es como que decidas no comprarle más a un almacén de tu cuadra, para ir a otro que está a 50 kilómetros. Por eso, no sé cuánto hay de amenaza y cuánto hay de cierto.  No lo quieren, y eso queda claro. Pero si es aprobado por los organismos regulatorios de Brasil, algo que todavía no está dicho pero siguen los trámites para lograrlo, dudo de que a la larga no lo terminen comprando. 

-Varios integrantes argentinos de la cadena de valor también se han opuesto a su aprobación. ¿Cuál es tu análisis al respecto?

-Creo que hay tantos a favor como en contra. En estos últimos días, he leído un montón de notas, incluso internacionales. Por ejemplo, Le Monde (Diplomatique) expuso las dos posiciones. El Financial Times claramente está a favor. Depende que fuente tomes, vas a encontrar una visión diferente y creo que cada una representa a distintos sectores, que no voy a ignorar que existen.

-El ingeniero agrónomo, productor agropecuario e influencer en Twitter,  José Álvarez, más conocido como Bumper Crop, opinó que la oposición de los molineros de Brasil era predecible porque los países importadores, “por capricho”,  rechazan los OGM de consumo directo desde siempre, y recordó que EEUU obtuvo el primer trigo de ese tipo en los 90, que corrió esa suerte. ¿Coincidís con esa mirada?

-Ese trigo de EEUU lo produjo Monsanto y era resistente al glifosato, no es lo mismo.  Aunque debería investigar un poco esa historia, porque si bien la conozco, no la tengo tan presente. Tampoco tengo en claro si fue una cuestión de rechazo o de que no funcionaba. Pero es un caso distinto. Este es el primero del mundo con resistencia a sequía que haya llegado a esta etapa. Hay muchas otras tecnologías similares en el mundo, en etapa de ensayo. Pero no hay otra que haya demostrado eficiencia en el uso del agua a través de una serie de ensayos enormes y publicados en una revista internacional. Cuando escribimos un artículo el año pasado, para una revista internacional, rastreamos toda la bibliografía y no encontramos nada que se le parezca.  

¿Cuáles son las razones para implementarlo?

-Mis argumentos son que la naturaleza se modifica en forma continua y hay que aumentar la cantidad de alimentos a nivel mundial, porque la población está creciendo. Asimismo, el HB4 es una tecnología más eficiente para obtener igual rinde con menor necesidad de agua, que es un elemento valioso. Justamente, por eso creo que es favorable al medioambiente su uso. Además, creo en los desarrollos tecnológicos y que la ciencia debe llegar a elaborar productos de interés económico.

No quiero decir que el mío sea un gran invento, porque no me quiero poner a la altura de otras cosas. Pero muchas tecnologías que hicieron revoluciones en la historia de la humanidad tampoco fueron fáciles de ser aceptadas. Todo cambio genera resistencia, desconfianza y dudas sobre si va a servir para algo o no. 

-¿Los rendimientos en trigo mejorarían un 20% en caso de utilizarse el HB4?

-Las técnicas de estrés abiótico, de origen no biológico, no funcionan como el RR, que no importa donde vos lo siembres, le tirás Roundup y la planta es resistente. En el caso de la tolerancia al estrés hídrico, depende de una serie de factores, que son el suelo, el clima, la temperatura, cuando llueve y cuando son los picos de calor. Eso hace que los lugares sean distintos dependiendo de cada ambiente y año.  Es decir, no puede asegurarse que va a dar un 20% más. En todos los ensayos que se hicieron, que están documentados en un paper, está el análisis de cuanto más rindió en cada uno de los lugares y año. Este último, que hubo mucha sequía, le fue mucho mejor que al trigo no transformado. El 20% es un promedio. Hay lugares donde obtuvo 90% más, pero otros donde dio 2 o 0%. Es una tecnología que puede ser muy beneficiosa en un lugar, pero tener muy poca utilidad en otro. Me refiero a los 37 ensayos que se hicieron en un montón de lugares del país. 

Y respecto a lo sembrado ahora (6200 hectáreas en esta campaña) todavía no lo analizamos con números para decírtelo. Bioceres estima un 20% (de mejora en el rinde sobre el promedio) y es muy posible que se logre, porque ellos ya ven cómo están las plantas, pero no puedo garantizarlo porque falta que se coseche. Aclaro que no estoy al tanto de esos ensayos experimentales, porque no son los que realizamos nosotros (Conicet),  pero sé que pusieron variedades más modernas y que fueron regulados por la Conabia (Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria). 

-¿Y podría ampliarse el área de siembra gracias a esta invención?

-Sinceramente, no lo creo. Considero que sí va alcanzarse una mayor productividad en zonas donde había bajos rindes. Obviamente no se va a poder sembrar trigo en la Patagonia. Pero en lugares más complicados por la falta de agua, como Córdoba y San Luis, obtendría un mayor rendimiento.

Casi 30 años de trabajo

“No había una lista de empresas esperándome para hacer esto. Bioceres estaba en pañales cuando les llevé el proyecto, y yo también. En realidad, era la única compañía nacional que hacía esto, y estaba recién en formación. Yo había visto algo en una planta modelo que es Arabidopsis (thaliana). Pero después había que transformar el cultivo, que es algo 10 veces más costoso, y requería de espacios que no disponía, porque estaba en la facultad, en un laboratorio de 3×3. Entonces, necesitaba de alguien que pudiera encarar esta iniciativa en cultivos de interés agronómico, y a ellos les interesó”, recordó Chan, quien descubrió el gen HB4 del girasol, con el cual la soja y el trigo adquieren mayor tolerancia a la seca.

-¿Cuántos años de trabajo llevás en el desarrollo del HB4?

-Toda una vida. El proyecto empezó en 1993. Tiene muchas instancias. Hubo una etapa de investigación muy básica, con la planta modelo Arabidopsis, que por lo menos llevó 10 años. Después siguió otra parte, que demandó otra década, referida a la transformación de los cultivos. No solo trigo, sino también soja, todas las multiplicaciones y ensayos a campo. Después hubo toda otra instancia que es la regulatoria, con ensayos específicos, para demostrar la inocuidad en el medioambiente y la salud, tanto humana como animal. Eso “se comió” otros 5 años.    

-¿Cuál fue la inversión que se destinó al desarrollo?

-Federico Trucco (CEO de Bioceres) habla de entre 20 y 25 millones de dólares. Pero cualquier multinacional como Monsanto te dice que, para llevar una tecnología desde una etapa de laboratorio hasta un producto comercial, se necesitan 150 millones de dólares. Es decir, que acá se destinó aproximadamente la séptima parte de ese monto.

-¿Genera frustración que todavía no se haya aprobado?

-Si trabajaste muchos años para algo que después de un montón de tiempo todavía no se define su uso, te da un poco de frustración. Te preguntás, ¿para qué estamos haciendo todo esto? Es mucho trabajo invertido para que quede en el limbo. No voy a tener una ganancia económica por esto, porque los derechos son de las instituciones, el Conicet y la Universidad Nacional del Litoral, no míos a título personal. Ellos pueden decidir darme una parte o no. Pero es una cuestión más de placer personal y trasladable a casi cualquier otra cosa de la vida. Suponte que pintes una pared, te lleva un montón de tiempo, y de repente pasa un auto que te la salpica con barro, Te sentirías mal, porque verías arruinado tu trabajo.    

-¿Crees que finalmente va a implementarse? ¿Qué dice tu intuición?

-Espero que sí, aunque no tengo intuición al respecto. Es una lucha de distintos intereses y posiciones. Va a estar muy peleado. El día que se anunció esto (la aprobación en Argentina condicionada a Brasil, el jueves 7 de octubre) les dieron el Premio Nobel (de Química) a dos mujeres (Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna), que desarrollaron una técnica (CRISPR / Cas9) para modificar los genomas, ya sea de plantas, humanos o bacterias. Entonces se me viene a la mente lo que te dije al principio de la charla, sobre que hay cosas que cuestan aceptarse en la sociedad y tienen resistencia. Y, en general, cualquier cosa nueva provoca mucha polémica. Pero ese reconocimiento del Nobel es un símbolo de que hay otra gran parte de la sociedad que reconoce la importancia de estos avances tecnológicos. 

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