Por las altas temperaturas y la humedad clásica de la época, además de las muertes que suelen ocurrir, en el verano los animales reducen su consumo, lo que se traduce en un incremento del 20-25% en el costo del kilo producido.
De todos modos, existen ciertas estrategias y herramientas para hacerle frente a esta situación. Entre ellas, “la provisión de sombra y agua fresca, el monitoreo permanente del estado de los animales, la elección de los mejores horarios de trabajo y reducción de los movimientos innecesarios, la distribución repartida de la ración y el aumento de la fibra y disminución de la energía de la dieta para evitar la acidosis”, señalan especialistas de AZ Group.
Cabe destacar que a los animales no los afectan únicamente los días de mayor calor, sino que los días posteriores también e incluso pueden ser los más perjudiciales, debido a que lo que les cuesta es disipar el calor. Cuando empiezan a acumularlo en días consecutivos, sumado a un movimiento de hacienda, es cuando puede convertirse en un combo letal.
Por este motivo, los especialistas recomiendan “monitorear el estado de la hacienda y evaluar el riesgo con una escala de jadeo de 0 a 4. Se considera 0 la respiración normal de irrelevante carga térmica (puede ser incluso en un día caluroso); 2 un moderado jadeo y 3 y 4 elevado jadeo, hasta boca totalmente abierta con la lengua afuera. En los casos 3 y 4 no deberían realizarse movimientos de hacienda y mucho menos con la fresca de la tarde, el peor momento, cuando el animal acumuló calor durante todo el día”.
Con respecto a los horarios de trabajo y la entrega de la ración, lo que sugieren es entregar 1/3 por la mañana y 2/3 por la tarde. Incluso es conveniente determinar qué terneros tener de acuerdo al momento del año: “es conocido que la genética de raza cebú o compuestas como Brangus y Braford tienen más tolerancia al calor”, sostienen.
