jueves, abril 25, 2024
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Martín Tetaz: “A Guzmán le pongo un 6, pero al Gobierno un 2”

Entrevistado por Tranquera, el economista destacó que su colega y ministro “es la reserva de racionalidad que le queda al gabinete”, pero afirmó que “el Estado fracasó en la gestión de absolutamente todo lo que encaró”. También opinó, entre muchos otros temas, que la actual política agropecuaria “no es tan confrontativa” como la era durante el mandato de Cristina Fernández.

Se sabe que la economía nacional, generalmente, navega por aguas turbulentas y  siempre deja mucha tela para cortar. Sobre todo, en un año donde se atraviesa una pandemia y además habrá elecciones legislativas.  

Para conocer su análisis al respecto, Tranquera se comunicó con el economista Martín Tetaz, quien nunca duda en compartir su aguda mirada de la realidad, ya sea en los ciclos periodísticos que suele integrar o por medio de sus redes sociales, donde por ejemplo en Twitter ya supera los 220 mil seguidores.   

-¿Considerás que la política agropecuaria del presidente Alberto Fernández es igual a la que tenía Cristina?

No tan confrontativa. De hecho, existe cierta disputa. Hay una actitud de mostrar que está esa posibilidad. Pero hasta ahora, finalmente, el Gobierno retrocede y negocia. Es lo que pasó, por ejemplo, con las exportaciones de maíz. Además alcanzó un acuerdo con los frigoríficos para permitirles seguir exportando, contrario a lo que había hecho Moreno (Guillermo, ex secretario de Comercio Interior) de suspender las ventas al exterior. Entonces, da la sensación de que por un lado dejan que se exprese esa parte que huele a Guillermo Moreno, pero después de que muestran al Rottweiler deciden negociar. Eso es lo que parece estar ocurriendo hasta ahora.   

-¿La política oficial de precios máximos  puede generar mayores problemas para el abastecimiento de cara al futuro?

Los controles de precios en Argentina son diques que pone el Gobierno para tratar de frenar el resultado de la emisión que hace para financiar el déficit. La estrategia del año pasado fue pagar toda la pandemia con emisión y eso lo obligó a emitir dos billones de pesos, que se empiezan a filtrar por todos lados. Si no hubiese habido diques por parte del Gobierno, hubiéramos tenido una hiperinflación en 2020, o por arriba del 100%.

Lo que buscó el Gobierno fue una porción de esos pesos, dos terceras partes, absorberlos con Leliq, que creció el stock, pero ese es un problema que se patea para más adelante. Luego, utilizó diques para frenar la inundación de pesos que había generado en la economía. El más grande de todos es el tipo de cambio oficial, entonces va controlando gradualmente las devaluaciones. El segundo, son los precios regulados y el tercer gran dique son los precios máximos.  Cuánto resistan, cuánta agua filtren o cuántos problemas causen al resto de la economía, depende no solo de los diques, sino de la presión que tengan detrás, que es la emisión. Entonces, en la medida que no haya demasiada emisión durante este año, el problema no se agravaría.

 Pero si el Gobierno insiste con los precios máximos y tenemos otro período de emisión parecido al 2020, que no podemos descartarlo porque no sabemos cómo va a terminar la segunda ola que todavía no llegó y además habrá elecciones, el ajuste se va a hacer por cantidad y por lo tanto vamos a tener más faltante de algunos productos. Es casi de manual, de un curso de economía de primer año.     

-¿A qué se debe el fuerte incremento que hubo del valor de la carne desde fines del 2020?

En primer lugar, la carne tiene cierta estacionalidad. En general, los aumentos suelen coincidir con el fin y principios de año. Esto ya había pasado en oportunidades anteriores. En segundo término, estamos en un contexto inflacionario. Por eso, todos los precios de alimentos no controlados por el Gobierno aumentaron por arriba del 50% durante el año pasado. Hay un informe de la COPAL que muestra 57% de incremento. Por eso, en general, uno esperaría que suban los valores de los alimentos. De hecho, si en vez de mirar carnes, por ejemplo se observa a las verduras, tuvieron un comportamiento similar.

Por otra parte, también hay aspectos puntuales del sector, que tal vez tuvo algún problema de stock por mayor volumen de exportaciones, o por el manejo de la decisión de mandar a matarife versus seguir engordando. Es decir, hay cuestiones propias del negocio que me exceden y que no domino como para dar una respuesta tan técnica. Pero evidentemente se juntan muchos factores que ya le ponen piso. La inflación generalizada, en un rubro que el Gobierno no controla, es el principal motivo.   

-En ese marco, ¿cómo analizás el convenio, con vigencia hasta el 31 de marzo, que a fines de enero hizo el Gobierno con determinados frigoríficos para retrotraer el precio de algunos cortes populares?

Es nulo. Porque es un acuerdo que impacta sobre el 3% del volumen del mercado. Entonces, el 97% restante va por afuera. Por eso, no tiene incidencia en el total de los cortes. Por otro lado, en general, ese tipo de acuerdos nunca funcionaron en términos históricos. El Gobierno de Cristina ya tuvo un montón de programas, como Carne Para Todos, que siempre tenían la misma dificultad. Muy acotado el volumen y por lo tanto poca incidencia en el precio final.  

-¿Pensás que el Gobierno podrá mantener el dólar en los valores actuales al menos hasta fin de año?

Por supuesto que no. En Argentina, todo incrementa al ritmo de la inflación. Con ese dato, uno ya sabe que el dólar oficial va a seguir aumentando. Probablemente, el Gobierno, a partir de ahora y como ya lo viene haciendo en las últimas semanas, trate de usar al tipo de cambio oficial más como un ancla y eso haga que tengamos menos devaluación que inflación de acá a fin de año. O sea que el dólar venga por atrás corriendo, esa es la definición del ancla. Pero el dólar oficial, que hoy está a 90 pesos en el mayorista, el mercado lo espera a prácticamente 119 para fines del 2021.

Dicho esto, también es cierto que no sabemos lo que pasará con el dólar paralelo. Cuando uno mira la foto, está a un nivel de tipo de cambio real igual al que tenía la Argentina cuando salió de la convertibilidad en junio del 2002. O sea, es altísimo. Expresado en otras palabras, están baratos los precios de la economía argentina expresados en el paralelo, aún a pesar de la fuerte baja que tuvo en los últimos meses. Eso se explica porque el paralelo tiene un poco de precio de pánico, donde se junta la incertidumbre del manejo de la pandemia con la política. Eso tiene que ver con quién gobierna y cómo serán las próximas elecciones.

Hacia adelante, la pregunta del millón es cuál de las dos cosas van a prevalecer. A medida que se despejen las incertidumbres, si Argentina lograra evitar la segunda ola (del Covid) y resolviera inquietudes políticas en el proceso electoral que viene y quedara claro que Alberto manda y que él arma las listas, y se mantuviera (Martín, ministro de Economía) Guzmán en el cargo, serían causas que harían que el dólar paralelo esté caro.  

Pero tenemos otro escenario posible y que tampoco podemos descartar. Que sería un descontrol de la segunda ola, que haría al Gobierno cerrar la economía y emitir mucho más para financiar al déficit, que crecieran las tensiones entre el mandatario y la vicepresidenta haciendo parecer que gobierna ella, que se fuera el ministro de Economía y asumiera una persona más heterodoxa en el cargo. Entonces, esas cosas harían que el dólar parezca barato, aunque esté muy alto en la perspectiva histórica.

El problema es que hoy no sabemos cuál de estos dos escenarios se va a desarrollar y eso es lo que expresa el precio. En un mercado libre, como sucede en el paralelo, el precio ya te muestra toda la información que hay en ese momento. Por eso, no es posible saber a ciencia cierta cuál sucederá de todas estas posibilidades. Si fuera posible saberlo, seríamos todos millonarios.     

-Del 1 al 10, ¿con cuál puntaje evaluás la gestión de Guzmán?

-Es difícil la pregunta, porque el contexto es muy importante. Finalmente, le pondría entre 5 y 6. Porque empezó con el pie derecho. El objetivo de Guzmán cuando asumió era continuar el ajuste fiscal que ya se había hecho. Aunque por el camino populista, finalmente el programa presentado en diciembre del 2019 fue un paquetazo fiscal que buscaba subir los impuestos y bajar los gastos. Ajuste a las jubilaciones era disminuir el gasto y el incremento tributario eran el Impuesto País, las retenciones y (la modificación de) Bienes Personales. Asimismo, inicialmente, el plan de Guzmán era hacer el canje de la deuda, que en su momento funcionó.

Pero después vino la pandemia. Ahí hubo un error de cálculo de todo el gabinete, de cuanto iba a durar, y por lo tanto se metieron en una cuarentena que no podían pagar. Ahí se cayó buena parte de la propuesta inicial de Guzmán en lo fiscal, y se vinieron a pique los bonos argentinos, porque hubo una emisión tan grande que el Gobierno tuvo que salir a sostenerlos, interviniendo en el mercado, y eso generó que se disparara el riesgo país. Hoy, los bonos están igual que antes del canje. Alguien que viene de afuera diría que este país necesita una reestructuración, pero le responderían que acaba de hacerla. Se perdió todo eso.

El manejo de la pandemia fue bastante malo, pero tampoco queda claro cuál es el peso político de Guzmán en el gabinete. Cuando se expresa, parece haber cierta racionalidad, pero en los hechos no alcanza a imponerse tanto, evidentemente. Lo rescato a Guzmán pensando en que es la reserva de racionalidad que le queda al gabinete y que el resto de los candidatos (a ocupar su puesto) son seguramente peores. Así que, por esto último que digo, lo dejaría en un 6 al puntaje final.    

-¿Al Gobierno, en general, le ponés una nota inferior?

Al Gobierno le pongo un 2. Porque la calificación que uno le ponga al capitán del barco depende de la circunstancia que deba resolver. Es decir, puede ser muy bueno navegando en alta mar, pero si me pedís que le ponga una nota cuando entra al Río de la Plata, lo tengo que juzgar en ese contexto. Y les tocó gobernar en una pandemia, que es claramente desfavorable mientras que en otros momentos el peronismo tuvo un viento a favor del que esta vez no gozó. Uno esperaba que hubiera resultados malos en todo el mundo, económicamente y en la salud, y eso fue lo que pasó. Pero Argentina está en el 15% de los países con más muertos por millón de habitantes y entre el 10% de los que más cayó la economía. El Estado fracasó en la gestión de absolutamente todo lo que encaró. Empezando por el programa más simple de todos, que es el propio IFE (Ingreso Familiar de Emergencia). No hablamos de llevar un cohete a la luna, sino de regalar dinero. El Gobierno armó un programa diseñado para 3,5 millones de personas y se les colaron prácticamente otras 5 millones. Además, fracasó en los tiempos de administración de esa iniciativa. Realmente, cuesta encontrar algo que se haya gestionado bien. Sobre todo durante 2020.      

-¿Evaluás que se llegará a un acuerdo con el FMI antes de las elecciones?

No, hay poca probabilidad. Ya el propio Fondo Monetario anunció que veía con buenos ojos que se pateara para después de las elecciones. Eso ya parece descontado y sería una sorpresa que se diera lo contrario. Ojalá, porque los mercados, generalmente, reaccionan ante la sorpresa. Y hoy, claramente, el mercado no está esperando que haya antes un acuerdo con el Fondo. No creo que vaya a ocurrir. Es muy difícil que se firme un compromiso de convergencia fiscal antes de las elecciones, porque es contrario al discurso político que tendrá el candidato oficial.

-Por último, ¿el precio de los commodities agrícolas están en su techo o todavía tienen recorrido al alza? 

-Hay dos factores que influyen. Uno de ellos tiene que ver con el denominador general de todos los commodities, que es el dólar, que perdió 10% (a nivel global) en el último año. Esencialmente, por la política tan agresiva de emisión por parte de la Reserva (Federal, FED) y los paquetes de alivio que se aprobaron por la pandemia durante el Gobierno anterior de EEUU. Asimismo, hubo una ola de emisión en todo el mundo. Eso explica el fortalecimiento del oro y las criptomonedas. Ese debilitamiento del dólar en un 10%, generó también un fortalecimiento de todos los commodities, porque están expresados en esa moneda. Mientras que ahora la expectativa es que habrá una recuperación del dólar en la medida que EEUU tenga éxito en la vacunación y se deje atrás al Covid.  Por lo tanto, de ser así, uno esperaría que  los commodities se vean afectados de manera negativa.

El segundo punto tiene que ver con que hubo un efecto importante en el recorrido alcista de los commodities que vimos en la segunda mitad del año pasado, sobre todo en el último trimestre, porque se descontaba que el clima no iba a ser bueno en este momento, y que por lo tanto las cosechas de Argentina y Brasil no serían tan positivas. Justamente, esta semana vimos la confirmación de la Bolsa de Rosario, bajando de 49 a 45 (millones de toneladas) la estimación del rinde de soja. Eso, de alguna manera, confirma que los precios se relacionaban con que la cosecha no iba a ser tan importante. Por lo tanto, si eso se da así, los valores deberían sostenerse porque están expresando que hay un problema con la cosecha, que viene por el lado de la oferta más que de la demanda.

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