La vieja raza Shorthorn, la que pobló hace más de una centuria los campos argentinos proveyendo no sólo su buena carne, sino también la leche mucho antes de la irrupción del Holando en estas tierras, tiene en la actualidad estupendos signos vitales que la vuelven a poner en el escenario central de la ganadería vernácula.
El Shorthorn entrega animales de una gran rusticidad y mansedumbre, con un alto valor cárnico. Las excepcionales condiciones maternas de las hembras generan destetes superiores a los 200 kilos adaptándose con facilidad a las diferentes geografías del país.
La Asociación Argentina de Shorthorn ha subido un video a sus redes sociales, mostrando un lote de terneros adaptados a las condiciones de la Patagonia Sur. Pertenecen al rodeo de la estancia San José, enclavada en la provincia de Santa Cruz, a unos 2700 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Se ve muy bien la ternerada en medio de las primeras nevadas. Todos animales destetados hace 30 días con 220 kilos de promedio. Pasarán el invierno muy bien a pesar de condiciones tan desfavorables.
