viernes, abril 26, 2024
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Fernando Jacobsen, el productor que sufrió mucho más que la muerte de 32 vacas

El productor que fue noticia por la pérdida de 32 vacas que se alimentaron de trigo hace pocos días, concedió una entrevista al diario La Voz del Pueblo de Tres Arroyos. Relató este hecho y repasó la dura historia de su vida.

Días atrás, Tranquera informó sobre un hecho trágico ocurrido en la localidad de San Cayetano. Fernando Jacobsen y su hijo encontraron a 25 de sus 140 vacas tiradas en el suelo, muertas por indigestión luego de alimentarse con trigo de un silobolsa. En los días posteriores se sumaron otras siete, arrojando un total de 32 pérdidas.

El campo había sido acechado por un fuerte temporal y los animales, asustados, rompieron un alambrado eléctrico, avanzando hacia el lote de un vecino donde se encontraron con el trigo embolsado en un silobolsa.

El hecho fue viralizado a través de las redes sociales y replicado en medios nacionales de gran circulación. Pero fue el diario “La Voz del Pueblo”, de Tres Arroyos quien recogió el testimonio del propio Jacobsen, en una extensa nota en la que lamenta el hecho al mismo tiempo que intenta relativizarlo. Es que Jacobsen ha sido un hombre sufrido, y afirma que si pudo superar otros obstáculos en la vida éste no será la excepción.

Lo que sigue es un extracto de la nota realizada por el periodista Juan Berretta, del citado diario tresarroyense, y que vale la pena recoger a modo de ejemplo palpable del lema “rendirse nunca jamás”.


Trigo mortal 
El último martes de abril, el sector norte del partido de San Cayetano padeció una fuerte tormenta de viento y lluvia. En uno de los potreros de un campo que Fernando alquila cerca del paraje Chapar, las vacas se amontonaron contra una esquina y la presión hizo que terminaran rompiendo el alambre. Los animales se desparramaron en el lote vecino, donde había un silobolsa de trigo custodiado por un alambre eléctrico. 

Cuando el miércoles el productor y su hijo Ezequiel hicieron la recorrida de rutina se encontraron algunas vacas comiendo el cereal de un agujero que habían logrado hacerle al bolsón. “Llamamos al veterinario y le contamos lo que había pasado, y que a las vacas se las veía bien”, cuenta. 

El jueves no hubo novedades. Las malas nuevas llegaron el 1º de mayo. “Mientras almorzaba en el pueblo me llamó un vecino y me dijo que tenía un lote de vacas tiradas en un potrero. Cuando llegué al lote encontré 25 muertas. El sábado cayeron seis más y el lunes otra. En un rodeo de 140 vacas y 70 terneros fueron 32 vacas muertas en total: una jaula completa, una pérdida económica de alrededor de 1.500.000 pesos”, dice. 


El consumo de trigo les provocó a los vacunos una acidosis que les generó la inflamación del rumen y después la muerte. “Es doloroso ver a los animales ‘reventados’, pero desde lo económico el daño recién lo voy a notar el año que viene cuando voy a tener 32 terneros menos, porque me van a faltar estas vacas que son mi fábrica”, cuenta Jacobsen quien desde hace 37 años es productor agropecuario, siempre en campos ajenos y siempre en el distrito de San Cayetano. 

“¿Qué se me vino a la cabeza? Que había empezado mayo… Qué le vas a hacer, hay que seguir para adelante. No lo pienso demasiado”, asegura Fernando que hoy con su hijo y un empleado trabaja 3000 hectáreas desparramadas en todo el partido y que pertenecen a 27 arrendatarios distintos. La logística la poseen en las afueras de la ciudad de San Cayetano y de ahí parten todos los días para atender las 800 vacas que están distribuidas en ocho establecimientos y realizar las labores que demanda la agricultura. 


“Menos camión y avión, el resto tenemos todo. Contamos con tractores, sembradora, cosechadora, mosquito, extractora y embolsadora”, indica este nieto de inmigrantes daneses que comenzaron a escribir la historia familiar en esas tierras a fines del siglo pasado. 

48 horas fulminantes
Buena parte de la historia de su vida Fernando la escribió en Ochandio, su lugar en el mundo. Y también lo era de Norma Mosqueira, la madre de sus dos hijos (Daiana y Ezequiel), a quien conoció en la escuela primaria y con quien compartió su vida hasta que una anemia hemolítica se la arrancó en apenas 48 horas. Fue el 23 de mayo 2016. 


“Tuvo una enfermedad en la sangre y se me murió en dos días. Sufrió un paro cardíaco cuando íbamos en la ambulancia a Necochea”, recuerda sobre uno de los hechos más dolorosos de su vida sucedido en el mes de mayo.

“Si después de eso seguí adelante, imagínate qué problema me voy a hacer por 32 vacas muertas”


“Si después de eso seguí adelante, imagínate qué problema me voy a hacer por 32 vacas muertas”, insiste. Pero la maldición de mayo había empezado nueve años antes. Fue el 3 de mayo de 2007 cuando le tuvieron que extirpar un testículo producto de un cáncer que lo puso cara a cara con la muerte. “Mi madre había muerto de cáncer, así que yo estaba muy asustado. Me tenía que operar y estaba convencido que no volvía del quirófano”, dice. 


Y como prueba de que no exagera cuenta que la semana anterior a internarse en Necochea subió a su hijo, por aquel entonces de 19 años, y lo llevó a la casa de todos los arrendatarios para presentárselo y explicarles que si el no volvía de la operación iban a tener que seguir arrendándole el campo a él. “En esos tiempos sembrábamos unas 1000 hectáreas, y él estuvo a cargo durante un mes y medio, que fue lo que yo tardé en volver a trabajar. El terminó de cosechar y empezó a sembrar. Siempre fue un hijo espectacular”, asegura el productor. 


Pero el cáncer y el mes de mayo iban a volver a marcar la vida de Fernando. “A los tres años de haber terminado el primer tratamiento me salió un tumor entre el riñón y la vejiga. El 19 de mayo de 2010 me tuvieron que poner una sonda en el riñón y la tuve que tener ocho meses”, cuenta.


El riñón debieron extirpárselo y él retrasó la fecha de la operación, en principio indicada para noviembre, hasta enero. “En esos meses me estaban haciendo rayos y yo le pedí al médico que hasta que no naciera mi primer nieto no iba a operarme, porque otra vez, pensaba que no iba a volver del quirófano”, dice. Y así fue, su primer nieto nació el 5 de enero. Un par de días después le realizaron la intervención.  

Frenando no sólo pudo volver del quirófano sino que además logró rehacer su vida. Y está claro que, tal como cierra la historia el periodista Berretta, “a esta altura del texto y de la vida de Fernando, la muerte de las 32 vacas es apenas un detalle”. 

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