lunes, abril 29, 2024
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Cómo aprovechar el maíz perdido por plagas para hacer forraje

La enfermedad que transmite la chicharrita causó importantes daños fisiológicos y reducción del rendimiento. Especialistas del INTA brindan recomendaciones para aprovechar el cereal como recurso forrajero y minimizar las pérdidas.

La principal zona productora de maíz del país se vio afectada por un complejo de enfermedades transmitidas por un único insecto vector, la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis), cuyo principal impacto sobre la fisiología de la planta es que dificulta la llegada de nutrientes y asimilados a las espigas e impacta en el llenado de los granos. Muchos maíces de fecha de siembra tardía presentaron infecciones tempranas que alteraron drásticamente la morfología de las plantas, sus espigas y condujeron a pérdidas casi totales de rendimiento grano. Ante esta situación, el destino final de estos lotes es incierto. Por esto, un equipo de especialistas del INTA brinda recomendaciones para evaluar las posibilidades de utilización del cereal afectado.

Por el alto porcentaje de lotes impactados y el amplio abanico de niveles de severidad e impacto en la formación de espigas y calidad de los granos, Facundo Ferraguti –coordinador de la Red Nacional de Maíz del INTA– hace referencia a las consultas más frecuentes vinculadas con la conveniencia de aprovechar el cereal como recurso forrajero.

El daño por spiroplasma (Spiroplasma kunkelii) es muy variado según el genotipo de maíz y la etapa fenológica en que la planta es infectada. Infecciones tempranas, hasta las cuatro hojas totalmente desplegadas, son las que causan mayor daño en el cultivo. Las infecciones entre cuatro hojas (V4) y panojamiento causan daños intermedios y las menores afecciones se dan en etapas avanzadas, desde panojamiento en adelante, con plantas que crecen menos en altura y disminuyen su rendimiento en grano (menor llenado de las puntas de la espiga).

“Los principales síntomas del complejo de patógenos transmitidos por la chicharrita son el acortamiento de los entrenudos (achaparramiento), disminución del tamaño de espigas y anomalías como prolificidad exacerbada y multi-espiga (espigas bouquet). Esto genera heterogeneidad en la altura de las plantas y de la inserción de las espigas”, indicó Ferraguti.

Otra característica de “las espigas afectadas es que los marlos tienen típicamente una consistencia corchosa, que hacen que se doblen y rompan con facilidad en pequeños trozos, lo que dificulta la operación de la trilla y sobrecarga con materia extraña la sección de separación”, explicó el experto.

En este sentido, Ferraguti resaltó la importancia de “evaluar el destino del grano (silo o cosecha de grano), realizar una cosecha oportuna para evitar secados prolongados a campo con la consecuente pérdida de calidad e inocuidad; prestar especial atención a las regulaciones de la máquina cosechadora para evitar pérdidas de rendimiento y evitar que la calidad comercial empeore”. Y subrayó la necesidad de realizar el control posterior de los maíces guachos para reducir hospedantes.

La hora de la cosecha

Fernando Scaramuzza –coordinador del Proyecto Agricultura de Precisión y Mecanización Agrícola del INTA– señaló que, ante la presencia de un lote afectado, se recomienda caracterizar el tipo de daño y cuantificarlo para evaluar la necesidad de configurar la cosechadora de manera que realice un trabajo diferencial. “Principalmente se deberá trabajar sobre la regulación del cabezal recolector para llevar al mínimo las pérdidas que se ocasionan por desgrane y desuniformidad de espigas, pero también por vuelco de plantas y diferentes tamaños entre ellas, recordando como positivo que estamos trabajando con cabezales de perfil chato”.

En un principio, –puntualizó Scaramuzza– se debe trabajar sobre las chapas cubre rolos o espigadoras, tratando de identificar la variabilidad de tamaños de espigas presentes en el lote y diámetro de la caña. Por lo tanto, el otro punto a regular es la zona de espigue del maíz. “Es el lugar donde la espiga se debe desprender de la planta sobre la chapa de los cubre rolos para evitar que ingrese mucho material al sistema de trilla forzando al mismo con el resultado de mayor pérdida por cola”.

En cuanto a la velocidad de los rolos y la velocidad de avance de la cosechadora, Scaramuzza explicó que “se debe lograr un equilibrio en ambas velocidades y para ello la mayoría de los cabezales maiceros disponen de una caja variadora que permite regular este aspecto, debemos lograr que los rolos vayan a la menor velocidad posible y lo más paralelo al suelo, buscando que la planta recorra el largo del rolo bajando la planta para lograr que entre bajo volumen de biomasa al sistema de trilla”.

Respecto a la regulación de la apertura o cierre entre el cilindro y el cóncavo al inicio y al final va a depender de la humedad del cultivo, para ello se deberá medir el diámetro mayor de una espiga promedio del lote a cosechar. “La regulación se deberá ajustar a las revoluciones del cilindro buscando lograr una trilla de calidad con el menor porcentaje de material extraño y reduciendo el porcentaje de las pérdidas al mínimo, será importante en esta campaña trabajar con el retorno, ya que muchos granos irán prendidos a trozos de marlos buscando una nueva oportunidad de ser desprendidos de los mismos”, explicó Scaramuzza.

Evaluación de destino

Alejandro Radrizzani –especialista y coordinador del Programa Forrajes, Pasturas y Pastizales del INTA– señaló por su parte que “es importante tener en cuenta que cuando la planta tiene síntomas de la enfermedad, detiene su crecimiento”. Y agregó: “Si estos síntomas son generalizados en el lote (alta incidencia) el cultivo, desde ese momento, sólo pierde calidad de hojas y tallo y el grano no continúa en etapa de llenado por escasa disponibilidad de movilización de nutrientes desde las hojas a la espiga”.

Radrizzani pone el foco en la observación y el monitoreo permanente del daño en el cultivo para evaluar qué destino conviene darle. “Si el daño ocurre en etapas tempranas, se observará mucho material seco y sin panojas, en cuyo caso convendrá utilizarlo lo antes posible para no seguir perdiendo forraje verde, ya sea con pastoreo o haciendo rollos”.

Si el daño se presenta en etapas intermedias, cuando ya se comenzó a formar la espiga, es probable que haya suficiente material verde como para picar y ensilar, pero puede ser que no se logre calidad adecuada por la escasa proporción de grano en el silo. En ese caso, también será recomendable agregar inoculante y aditivos al silo para lograr una adecuada fermentación y calidad del forraje”, detalló Alejandro Salomón, especialista en manejo del cultivo de la Agencia de Extensión Rural Río Cuarto –Córdoba– del INTA.

En cambio, “si la infección se produce en etapas avanzadas, hay que evaluar la conveniencia de hacer silo o dejarlo para cosecha de grano, según la cantidad de material verde, la cantidad de grano y el costo/beneficio del silo respecto de la cosecha de grano”, aseguró Salomón.

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